Es imperativo y aconsejable que busquemos a Dios en medio de los momentos críticos |
“Es muy fácil decirle a una
persona que se encuentra llena de problemas, que tenga confianza y conserve la
calma. ¿Cómo lograrlo?¿Por qué resulta tan difícil serenarse cuando las cosas
van mal? Realmente, en momentos así, necesito un buen consejo.”
L.E.H., desde Santiago de Chile.
Respuesta:
¿Qué representa para un hombre pasar de la victoria a
la más profunda derrota en cuestión de segundos, minutos o quizá horas? Sin
duda es el anticipo de una crisis que marca su vida. Son situaciones que todos
hemos pasado o, probablemente, estamos a las puertas de enfrentar. Las
dificultades no son propias de aquellos que no tienen a Dios en su vida; los
cristianos las enfrentamos y, si no estamos preparados y las afrontamos en nuestras
fuerzas, podemos desestabilizarnos fácilmente.
La Biblia abunda en muchos ejemplos de hombres y
mujeres que se encontraron al final de la calle, con problemas que rebasaban
sus capacidades humanas y que les llevó a mirar el horizonte que tenían enfrente
sumamente ensombrecido, lleno de nubarrones.
El rey David atravesaba por un momento muy importante
de su vida. Era inteligente, emprendedor, hábil guerrero, estratega sin igual,
y tres días después de terminar una exitosa campaña de guerra regresó a Siclag
para enterarse—con tristeza y desaliento—que la ciudad había sido tomada por
amalecitas, dejando desolación a su paso.
Para agravar el panorama, se habían llevado a las
mujeres y los niños. ¡Su propia familia estaba entre ellos!
Por favor, por un instante abandone la comodidad de su
computador o del libro que está leyendo, y póngase en los zapatos del rey
David. El desaliento que le embargó debió ser indescriptible. Y más aún: Sus
compañeros de milicia estaban al borde de una crisis de nervios, desesperados.
Relata la Biblia: “Y David se angustió mucho, porque
el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de
alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová
su Dios” (I Samuel 30:6).
No era para menos. Su familia estaba en poder de los
amalecitas y, ahora, estaban a las puertas de quitarle la vida.
Ahora, ¿qué marcó la diferencia?¿A qué atribuimos el
que una situación de dolor se transformara en una posterior victoria? A un solo
elemento: David se fortaleció en Dios. Es evidente que buscó el rostro de Dios.
Oró. Halló fortaleza en Su Creador.
Usted no está
exento
Ningún cristiano está exento de enfrentar una
situación crítica. Los problemas no dejan de tocar a nuestra puerta por el hecho
de profesar fe en el amado Salvador Jesucristo. Ahora, para enfrentar
exitosamente los momentos críticos, es esencial que nos fortalezcamos en Dios a
través de la oración. Es el secreto para desarrollar nuestras potencialidades
como hombres y mujeres que sirven en el Reino, potencialidades que nos permiten
sobreponernos a los obstáculos.
Recuerde siempre que nuestra fortaleza se encuentra en
el Amado Padre. Él es quien tiene todo bajo control y puede llevarnos a nuevos
niveles, por encima de la adversidad. Este aspecto lo abordó el salmista cuando
escribió: “Estos confían en carros, y aquéllos en
caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria”
(Salmo 20:7).
Aun cuando bramen a nuestro alrededor las enormes olas
que amenazan con naufragar nuestra embarcación, es necesario que desarrollemos
confianza en Aquél que todo lo puede, nuestro amado Creador, como dice el autor
sagrado: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién
temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
(Salmo 27:1).
Si nuestra mano está prendida de Dios, ninguna
circunstancia adversa podrá llevarnos a la derrota. Sea cual fuere la
situación, siempre podremos levantarnos para proseguir el camino, como escribe
el apóstol Pablo: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros?” (Romanos 8:31).
La mejor forma de ser vencedores aun cuando tenemos
todo en contra, es mediante la oración. Él, nuestro amado Señor, es quien nos
hace vencedores.
Acerca de cómo conservar la paz en medio de las tormentas
el reconocido predicador del siglo pasado, Reuber Archer Torrey, escribió: “¿Conoce a alguien que está siempre sereno?
Tal vez por su carácter natural es una persona muy tempestuosa, pero los
problemas, conflictos, contratiempos y desamparos pueden pasar rápidamente
alrededor de él o ella, y la paz profunda de Dios, la paz inescrutable que
sobrepasa todo entendimiento, son siempre hombres y mujeres de mucha oración.”(Reuber
Archer Torrey. “Cómo orar”. Editorial Peniel. Argentina. 2013. Pg. 21)
Pablo:
Orando y alabando en medio de las crisis
El apóstol Pablo fue un vencedor en
el Reino de Dios. No obstante, por su condición de obrero comprometido, a
tiempo completo, enfrentaba mucha oposición. La misma quizá que usted y yo. El
hecho de ser fieles a Dios no significa que la sociedad nos aceptará.
Estando en Éfeso, Pablo ministró
liberación a una joven que tenía espíritu de adivinación. La ciudad entera se
alborotó y relatan las Escrituras que “…el pueblo se
Levantó a una contra ellos. Y los magistrados les despojaron de sus ropas con
violencia y mandaron azotarles con varas. Después de golpearles con muchos
azotes, los echaron en la Cárcel y ordenaron al carcelero que los guardara con
mucha seguridad. Cuando éste Recibió
semejante orden, los Metió en el calabozo de Más adentro y Sujetó sus pies en
el cepo. Como a la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a
Dios, y los presos les escuchaban. ” (Hechos 19:22-25)
Cuando sentimos que nada tiene sentido, es tiempo de buscar a Dios en medio de la oración |
¿Dificultades? Pablo las enfrentó.
¿Ataques físicos y verbales? Pablo sabía qué era vivirlos en carne propia. ¿Qué
hizo? Orar.
Probablemente usted como hombre o
mujer de Dios está atravesando por un prolongado desierto o quizá siente que
tiene las circunstancias en contra. En momentos así, tal como lo hicieron el
rey David y el apóstol Pablo, debemos fortalecernos
en Dios. Y una de las maneras de hacerlo, es a través de la oración.
Cuando glorificamos a Dios en medio
de las circunstancias, cuando oramos antes que quejarnos, cuando decidimos
seguir adelante, el poder de nuestro amado Creador es exaltado y responde con
poder, como ocurrió en el caso de los apóstoles Pablo y Silas: “Entonces, de repente sobrevino un fuerte terremoto, de
manera que los cimientos de la Cárcel fueron sacudidos. Al instante, todas las
puertas se abrieron, y las cadenas de todos se soltaron.”(Hechos 19:26)
La oración produjo resultados y es lo mismo que ocurrirá con usted, porque Dios no nos ha dejado solos y sin duda, jamás lo hará.
Dios sabe
librarnos en los momentos críticos
No estamos solos. Es imperativo que desarrollemos
intimidad con Dios aún en medio de tremendas crisis. Es la forma más sencilla
para aprender a reconocer que junto a nuestros pasos, cuando creemos que
atravesamos el valle de sombra,
siempre estarán los pasos de nuestro amado Padre celestial.
El rey David que aprendió a desarrollar intimidad con
Dios cuando las cosas estaban mal, escribió: “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me
libró de todos mis temores.” (Salmo 34:4; Cf. Salmo 42:5).
¿De qué manera buscó a Dios? En
oración. Fue por ese motivo que puso escribir esa preciosa porción de un poema
hebreo: “…y él me oyó, y me libró de
todos mis temores.”.
Sobre este particular el autor y predicador, Reuber Archer Torrey, escribió: “El mundo tiende a distraernos con sus recompensas y sus
preocupaciones. Hay solo una manera en que podemos salir triunfantes de estas
cosas: por el constante vigilar en la oración, es decir, por orar
incansablemente.”(Reuber Archer Torrey. “Cómo orar”. Editorial Peniel.
Argentina. 2013. Pg. 21)
Es tiempo de evaluar cómo anda
nuestra relación con Dios, y disponernos a buscar su rostro en oración. No solo
cuando las cosas van bien, sino cuando todo parece ir de mal en peor. No
estamos solos, Dios está con nosotros, y si vamos tomados de su mano, somos invencibles.
Piense en este principio de victoria para su existencia. Aplíquelo. Puedo
asegurarle que su vida espiritual experimentará un giro de 180 grados.
Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en
escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llámenos al (0057) 317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
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