Probablemente se pregunta por qué debe bautizarse nuevamente; le tenemos la respuesta |
“Por
años he sido católica. Ahora que comencé a asistir a una congregación
pentecostal de mi ciudad, me explica el líder a cargo del discipulado que debo
bautizarme de nuevo. Bautismo es ir a las aguas, de acuerdo, pero si en mi
infancia recibí las aguas bautismales en el catolicismo, ¿qué sentido hay de
ser bautizada de nuevo?¿Qué ocurre si no quisiera dar ese paso?¿Acaso no me
perdonaría Dios?. Realmente no entiendo.”
J.L.C.
desde San Pedro Sula, en Honduras.
Respuesta:
El bautismo encierra dos
elementos. El primero, es un paso de fe. Entendemos que una vez creemos en el
Señor Jesús como Salvador personal, testimoniamos tal convicción yendo a las
aguas bautismales. El propio Cristo dijo: “El que creyere
y fuere bautizado será salvo, más el que no creyere será condenado.”(Marcos
16:16).
Coincidimos en un hecho: Dios
perdona nuestros pecados y obra Salvación en nosotros cuando reconocemos y
aceptamos la redención por la muerte del
amado Hijo en la cruz. Ese paso es fundamental. Pero reviste especial
significación el que recibamos el bautismo.
El bautismo, testimonio de una nueva vida
Cuando vamos a las aguas
bautismales testimoniamos nuestra muerte al pecado y el inicio de una vida
nueva en Jesucristo. El apóstol Pablo lo explicó de manera sencilla cuando
escribió a los cristianos de Roma: “¿O no sabéis
que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados
en su muerte? Porque somos sepultados con él para muerte por el bautismo, a fin
de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva.”(Romanos 6:3, 4).
Desde el siglo primero los
seguidores del Señor Jesús optaban por el bautismo. No cuando eran infantes
sino cuando habían tomado una decisión racional por la Salvación en Cristo.
Cuando usted tenía pocos meses de nacida no era consciente de su situación de
pecado y menos, de la necesidad de ser perdonada por Dios. Ahora sí lo es, por
eso el paso de fe que damos tiene especial significación.
La palabra bautismo
significa “sumergir” o “hundir”, por lo que asumimos que—a menos
que alguien se encuentre enfermo—quien lo recibe debe ser sumergido en la
pileta o en el río.
Una decisión, no una imposición
Usted está en libertad de
bautizarse o no, pero en sus fuerzas. Si de verdad quiere estar en comunión con
el Señor, debe hacerlo. Recuerde que ante todo es una decisión, no una
imposición.
En cierta ocasión sinnúmero de
personas tras escuchar el mensaje de Salvación en Cristo, preguntó al apóstol
Pedro ¿qué debían hacer?. “Pedro les dijo: Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados” (Hechos 2:38).
Observe que si ellos aspiraban
estar en línea con el Evangelio, debían dar ese paso. Pedro no los obligó, por
el contrario, les mostró el camino.
El apóstol Pablo cuando tuvo
la visión con el Señor Jesucristo, camino a Damasco, recibió instrucciones del
Maestro: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes?
Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre.”(Hechos 22:16.
Cf. Hebreos 10:22).
Cuando llegamos a conocer la
grandeza que reviste el ir a las aguas bautismales, no encontraremos reparo en
hacerlo. Es tanto como limpiarnos de todo aquello que arrastramos por años—la
mancha del pecado—para quedar limpios e ir en pureza en camino firme y
sostenido delante del amado Salvador.
Le sugiero que medite en el
asunto y se decida por un paso del cual
jamás se arrepentirá.
© Fernando
Alexis Jiménez
0 comentarios:
Publicar un comentario