Dios ama y se preocupa por la familia |
“En días pasados dialogué con mi esposo,
después de mucho tiempo de no hacerlo, y encuentro que está bastante herido.
Asegura que he descuidado la familia. Mi trabajo como administradora de un
almacén de cadena a veces me ocupa hasta doce horas. Y, tal como van las cosas,
sinceramente no sé que hacer. Pareciera que no hay mayor salida a este
problema. ¿Me pueden orientar?”
J.M.R., desde Panamá, ciudad de Panamá
Respuesta:
Los seres humanos tenemos un problema: Nos ocupamos de todo, del trabajo,
del estudio, de las relaciones sociales, menos del matrimonio.
El matrimonio y la familia: Nuestra responsabilidad.
La razón es muy sencilla: Dios mismo creó la familia, ama la
familia y cuida de la familia. Estos tres elementos son esenciales. Las
Escrituras nos enseñan que el primer paso, tras la creación, fue instruir al
hombre sobre la importancia de crecer, multiplicarse y gobernar: “Luego Dios los bendijo
con las siguientes palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la
tierra y gobiernen sobre ella. Reinen sobre los peces del mar, las aves del
cielo y todos los animales que corren por el suelo».”(Génesis 1:28. NTV)
Reinar sobre la creación es el fruto de tener una
familia sólidamente establecida. La familia en la que los hijos forman parte
fundamental, no es un invento improvisado de Dios. Él la instituyó sabiendo los
resultados altamente enriquecedores que genera para cada uno de sus
componentes, en lo personal y lo espiritual.
El compromiso con la institución familiar, comienza
con la unión de la pareja. Al respecto, el registro Escritural señala que dijo
Dios: “Esto
explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y
los dos se convierten en uno solo.”(Génesis 2:28. NTV)
En adelante, se integran los
intereses. Somos uno, no lo tuyo y lo mío. ¿Comprende el enorme significado
que esto encierra?
Una
enorme responsabilidad
Si retomamos la trascendencia de nuestra responsabilidad,
debemos considerar que en usted y en mí radica el peso de fortalecer o
contribuir, con errores que no corregimos a tiempo, a debilitar el vínculo
matrimonial. En el proceso de sentar bases firmes nos ayuda el Padre celestial.
No estamos solos.
Ahora, el hecho de que Dios debe ser el eje central,
pone sobre la mesa otra realidad: nuestro adversario espiritual, Satanás,
procura destruir el hogar. Ese hecho debe llevarnos a considerar que el
matrimonio se encuentra expuesto a múltiples peligros y debemos estar alerta.
¿Alerta para qué? De un lado para
mantener encendida la llama de la relación familiar, y de otro lado,
para brindar a la relación matrimonial cuidado, mantenimiento y, de ser
necesario, reparación.
Si descuidamos estos pilares, nuestra relación corre
peligro y se irá produciendo un desmoronamiento que puede ser corto o
prolongado en el tiempo. No podemos desconocer que la desintegración familiar
se produce gradualmente y no en un abrir y cerrar de ojos.
El autor Gary Rosberg advierte: “Si te parece que una relación matrimonial,
incluyendo la tuya, es frágil y vulnerable al deterioro, estás en lo cierto….
Cada vez que nos encontramos con matrimonios, nos enfrentamos a esta realidad:
Si no tenemos un plan para hacer que nuestro matrimonio sea a prueba de
divorcio, toda relación es vulnerable al deterioro, y el deterioro terminará—en
definitiva--, en divorcio emocional y físico.”(Gary y Barbara Rosberg.
“Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2002. Pg. 54, 55)
El matrimonio
evoluciona y hay que cuidarlo
Toda relación es dinámica, es decir, evoluciona. Igual
el matrimonio. Como pareja, enfrentamos momentos difíciles pero también otros
de suma satisfacción. El secreto radica en tener equilibrio. Recuerde que hay
por lo menos siete etapas en el matrimonio que podríamos describir de la
siguiente manera: El matrimonio ideal (lo que soñamos); del matrimonio ideal al
matrimonio real (lo que de verdad ocurre); del matrimonio real al desaliento
(surgen problemas sin resolver); del desaliento al distanciamiento de la pareja
(las relaciones se fracturan), y del distanciamiento a la desconexión emocional
y física (Lo grave: el eventual divorcio).
Ahora, situémonos en la escena del distanciamiento que
hay en una pareja como consecuencia de las dificultades. Surge una primera
posibilidad: el divorcio. Al respecto el Señor Jesús enseñó: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su
madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no
son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido. Entonces —preguntaron—, ¿por qué dice Moisés
en la ley que un hombre podría darle a su esposa un aviso de divorcio por
escrito y despedirla? Jesús contestó: —Moisés permitió el divorcio solo como
una concesión ante la dureza del corazón de ustedes, pero no fue la intención
original de Dios. Y les digo lo siguiente: el que se divorcia de su
esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido
infiel.”(Mateo 19:5-9. NTV)
Un segundo escenario, cuando hay
crisis en la relación de pareja, es el distanciamiento emocional puede dar lugar
al adulterio, que tiene muchas formas de materializarse (Mateo 5:27, 28)
Es importante tomar conciencia de la necesidad que
tenemos de dos cosas: la primera, cuidar la relación al interior del matrimonio
y la segunda, involucrar a Dios en nuestro hogar. Son aspectos fundamentales.
La familia debe constituir nuestra mayor preocupación |
Hacer un alto
en el camino
Dentro de las tareas que nos asisten de velar por
nuestro hogar, es importante que periódicamente hagamos un alto en el camino
para determinar al menos cuatro aspectos fundamentales:
a. Es
necesario evaluar cómo anda nuestro matrimonio
b. Es
necesario evaluar qué errores hemos cometido
c. Es
necesario evaluar qué correctivos se pueden aplicar
d. Es
necesario evaluar qué fortalezas de la relación podemos aprovechar
Si no lo hacemos, lo más probable es que los
conflictos lleguen a ser mayores y un matrimonio que pudo ser estable, amenace
con naufragar.
¿Estamos solos en el proceso? Sin duda que no, porque
Dios nos acompaña. Recuerde que el salmista escribió: “Si
el Señor no construye la casa, el trabajo de
los constructores es una pérdida de tiempo. Si el Señor no protege la ciudad, protegerla con
guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto, desde la mañana
temprano hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque
Dios da descanso a sus amados.”(Salmo 127:1, 2. NTV)
Dios no nos dejará solos en la tarea de salvar el
hogar. No obstante aquí hay que recabar en la necesidad de concederle al Señor
el primer lugar. Dios debe reinar en nuestra familia, eso es claro y no podemos
perder el horizonte.
¿A quiénes afectan las crisis en el hogar?
Bajo ninguna circunstancia podemos
descuidar la familia (Cf. Proverbios 24:30-34) ¿Por qué razón? Porque es una
bendición del Señor que podemos perder si dejamos que los conflictos se
produzcan sin buscar soluciones.
Un matrimonio sano contribuye a que los
cónyuges disfruten más y mejor la vida, tengan expectativas de vida más
prolongadas, sufran menos enfermedades, tengan menos problemas de salud mental
y se alimenten mejor.
Ahora, si hay problemas, los directamente
afectados son nuestros hijos. Tenga presente que, cuando hay conflictos o
crisis en el matrimonio, ellos llevan la peor parte.
Los especialistas aseguran que se generan
algunas de las siguientes situaciones: Los hijos no tienen modelos apropiados a seguir; son
inestables emocionalmente; no queman adecuadamente todas las etapas de su evolución
de adolescentes a jóvenes; enfrentan menos oportunidades de progresar; quedan
expuestos a dificultades en las relaciones interpersonales; se exponen a a
mayores comportamientos de riesgo y, de paso, se enredan en amistades
peligrosas.
Otro elemento es que tienden a tener
matrimonios que repiten el patrón de inestabilidad en las relaciones y
presentan—por lo general--, bajo rendimiento escolar
Nuestra responsabilidad en el matrimonio es
cuidar de nuestros hijos (Salmo 127:3-5). Abrir puertas al divorcio es una
actitud egoísta con los hijos porque resolvemos nuestros problemas, pero les
generamos dificultades a ellos, problemas que por supuesto los traumatizan y
permanecen en el tiempo, marcándolos de por vida.
La meta. Dios debe reinar en nuestra
familia y hoy es el día para abrirle las puertas al Señor Jesús, para que ocupe
el lugar que le corresponde en nuestro hogar.
Si tiene alguna inquietud, no dude en
escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llamarnos al 0057-317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
¿Tienen
usted y su familia una conciencia limpia? http://altarfamiliar.wordpress.com/2013/08/15/una-familia-con-una-conciencia-limpia/
¿Desea ser prosperado? Dios nos abre las
puertas para lograrlo http://devocionalesdiarios.wordpress.com/2013/08/15/dios-nos-abre-puertas-a-la-prosperidad/
Dios siempre nos
enseña algo a través de las pruebas http://eldevocionaldehoy.blogspot.com/2013/08/en-medio-de-las-pruebas-dios-nos-ensena.html
¿Está luchando junto con su familia para
materializar sus sueños? http://elaltarfamiliar.blogspot.com/2013/08/podemos-como-familia-alcanzar-nuestros.html
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