El perdón verdadero comienza cuando reconocemos que hemos fallado con otra persona |
“Hay momento en que pienso que
no puedo perdonar a mi esposo; bueno, ex esposo. Era mi segundo matrimonio.
Siempre creí que era un buen hombre, aunque no nos acompañaba en las reuniones
de la iglesia . Contrario a lo que
hubiese pensado, resultó alguien muy malo. En varias ocasiones—según pude
comprobar después—nos suministró narcóticos en el refresco de la cena, que él
mismo y en una generosidad que no sabía explicar se ofrecía a preparar, y
cuando dormíamos, abusada de mis dos hijas, una de trece años y otra de nueve.
Un día que me sentía con indigestión no tomé del refresco y dormí, aunque con
sobresaltos. Al despertarme en uno de tales sobresaltos lo descubrí en una de
las habitaciones de mi hija mayor, abusando de ella. ¿Acaso Dios no tenía la
certeza de que le amo mucho y voy a la iglesia ,
entonces, porqué lo permitió? Siento rabia, de todos e incluso, de Dios. Y lo
más grave, siento que no puedo perdonar”.
J.F.G. desde Trujillo, en el
Perú.
Respuesta:
Los seres humanos tienen
actitudes que no podemos entender fácilmente. Todas, sin duda, producto del
pecado. Satanás utiliza a quienes están
inmersos en una situación de pecaminosidad para llevarles a los extremos.
Domina sus pensamientos y sus acciones, lo que sin duda ocurrió con su ex
esposo.
Dios le ama a usted y a sus hijitas, pero como en el caso
del sabio y paciente Job, circunstancias totalmente ajenas a su voluntad,
buscaron robarle la paz.
Dios comprende su deseo de servirle y serle fiel. La Biblia anota que “...sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará
Jehová, no quitará el bien a los que andan en integridad. Jehová de los
ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía”(Salmo 84:11, 12)
Él quiere lo mejor para nosotros, pero insisto, hay
quienes movidos por la maldad, ponen tropiezo a los planes divinos.
Hay un incidente que arroja luces a este respecto y que
leemos en el evangelio de Marcos: “Y comenzó
a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser
desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas,
y ser muerto, y resucitar después de tres días. Esto les decía claramente.
Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó
a reconvenirle. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a
Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mi, Satanás! Porque no pones la mira en
las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”(Marcos 8:31-33. Cf. Lucas 22:3,
4)
Satanás está a la zaga. Busca el más mínimo descuido para atacar a
creyentes fieles, como sin duda lo es usted.
¿Cómo perdonar?
Es apenas comprensible que
perdonar en tales circunstancias—como lo plantea en su carta—no es fácil.
Solamente Dios puede colocar en nosotros esa capacidad de
perdonar, aún a aquellos que deliberadamente nos están causando dolor y daño
físico.
El perdón verdadero, de corazón, debe llevarnos a la reconciliación |
¿Quién pudo concederle esa capacidad de perdonar a
quienes estaban lacerando su cuerpo con piedras? Dios. Él es quien nos ofrece
esa hermosa posibilidad, y no solo posibilidad sino poder para hacerlo.
El texto nos enseña que la voluntad divina es que en
nosotros haya perdón, como a su vez lo enseñó el Señor Jesucristo: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas
veces perdonaré a mi hermano que peque contra mi?¿Hasta siete? Jesús le dijo:
No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete”(Mateo 18:21, 22)
¿Sólo pudieron algunos perdonar? En absoluto. Todos
tenemos—con ayuda de Dios—ese poder. El apóstol Pablo escribió: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”(Filipenses
4:13)
Sométase a Dios. Entréguele esa situación que trae dolor
a su corazón. Debe quedar sepultada en el pasado. El presente y el mañana están
delante suyo. La única forma de disfrutar lo que resta por vivir, sin rencores,
es involucrando a Dios en el problema. El perdón es necesario, y Él con su divino
poder le abrirá las puertas para perdonar.
© Fernando
Alexis Jiménez
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