Dios desea que haya matrimonios sólidos. Hoy es el día de empezar |
L.M.J.
desde Madrid, España.
Respuesta:
En primer lugar
permítame decirle que no conozco un hogar en el que no haya dificultades. Aun
cuando haya un alto nivel de comprensión entre los dos, siempre surgirán
dificultades. Eso es algo que ocurre a todos los matrimonios. Al fin y al cabo
somos dos mundos bajo un mismo techo.
En tercer lugar, la separación o mejor el divorcio, no está en los
planes de Dios para la familia. Si lo había pensado así, vaya quitándose esa
idea porque el plan de Dios es la unidad para ustedes como pareja.
Edificando un matrimonio sólido
Un matrimonio sólido
con principios y valores asegura la permanencia en el tiempo y la edificación
de hijos que serán útiles para la sociedad y agentes claves en el proceso de
transformación del mundo en el que nos desenvolvemos. ¿Cómo lograrlo? A partir
de la pareja, cuando cada uno asume el rol que le corresponde en el hogar.
El apóstol Pablo dejó el asunto claro cuando en su primera Carta,
explica cuál es la tarea y aporte decisivo del esposo y de la esposa, y cuál la
consecuencia que se debe esperar al término del proceso de construcción de una
relación de pareja en la que Dios gobierna.
Cierto hombre se quejaba de lo difícil que era mantener una buena
relación con su esposa. “Es grosera”,
me dijo. Cuando nos sentamos a dialogar sobre el problema, afloró que él
procuraba imponer su voluntad y sentía que ella era una persona que sólo debía
obedecer. La sentía de su propiedad, olvidando que como esposa es un ser frágil
y, además, merece toda la consideración que el esposo pueda brindarle. Y
adicionalmente, que las opiniones de ella son muy importantes. Allí radicaba el
origen de la rebeldía de ella. Unos
pocos ajustes aquí y allá en el trato,
produjeron cambios sorprendentes.
En una sociedad en la que el machismo prevalece, la reacción de rebeldía
de la mujer es cada vez mayor. No soportan el mal trato y asumen una decidida
actitud de rechazo a las manifestaciones de agresividad de la que son víctimas.
El apóstol Pedro recomendó a los creyentes del primer siglo y a nosotros
hoy: “De la misma manera, ustedes
esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando
alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes
les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la
conducta respetuosa de ustedes.”(1
Pedro 3:1, 2. NTV)
Un esposo machista siempre encontrará dificultades para el matrimonio
porque ser hombre no nos privilegia para atropellar al cónyuge. Es tiempo de
revisar cómo anda nuestro trago al cónyuge.
Ejerciendo una adecuada autoridad
Es necesario dejar de lado el orgullo para llegar a acuerdos en pareja |
La autoridad
no debe ser entendida como poder para imponer. Más bien es la capacidad
que el Señor nos concede para direccionar, en este caso, un hogar.
Si creemos que es gritar más fuerte y asegurarnos que los demás hacen lo que
queremos, estamos en un grave error y es una señal de alerta de que debemos
imprimir cambios a nuestros patrones de conducta.
Reñir con la otra persona no es el camino; por el contrario, en algunos
casos se agravará la situación. ¿Qué hacer entonces? Manejar la situación con
sabiduría, que proviene de Dios. Sin reaccionar violentamente, es importante
hacerle notar al esposo que no se comparte su actitud machista. Serenidad y
calma en todo momento. Si el enojo le embarga, ore a Dios y espere otro momento
que resulte más oportuno.
Adicionalmente e importante: Ore a Dios. Él es quien cambia las
actitudes y el comportamiento de las personas, y lo hará con su esposo, porque
es el Creador quien transforma el corazón (Cf. Ezequiel 36:26, 27) No se
desanime. Persevere. Conozco infinidad de hogares que han sido transformados a
partir de una actitud de perseverancia en la oración por parte de una esposa
cansada del mal trato y del comportamiento agresivo e intolerante del marido.
Una mujer que edifica el hogar
Jamás podré olvidar
al hombre que conocí en una Clínica de la ciudad, específicamente en la sala de
espera de la Unidad de Cuidados Intensivos. A pocos metros de allí, la esposa
de él y mi hijo adolescente, se debatían entre la vida y la muerte. Ese hecho
nos unía a todos en ese lugar. “Si Dios
salva a mi esposo cambiaré con ella. He descubierto que la amo.”, repetía.
Él tardó veinte años en saber que la amaba, y sólo tomó conciencia cuando ella
agonizaba. La mujer murió y él quedó sumido en la soledad y bajo la pesaba
carga de una culpabilidad que reconocía. Fue necesario guiarle al amor del
Padre celestial para que cesara su tristeza…
Una de las ideas equivocadas que ha contribuido al empoderamiento del
machismo, es que la mujer es débil. Una cosa es que sea frágil—o que demanda
tratarle con cuidado—y otra que está rayando en la subestimación es decir que
es débil. Por el contrario, son fuertes y gracias a su fortaleza los hombres
podemos salir adelante. Ellas son fundamenta mentales en el hogar.
La Biblia enseña que el papel de las esposas es protagónico en la
edificación de una familia sólida: “La mujer sabia edifica su casa; más la necia con sus manos la derriba.”(Proverbios 14:1)
Como este desenvolvimiento es esencial, y como las reacciones de una
mujer son claves, es importante que pida a Dios sabiduría para ser ayuda idónea
en todo momento.
El apóstol Pedro les recomendó a las esposas: “No se
interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas
costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la
que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan
precioso a los ojos de Dios. Así es como lucían hermosas las santas mujeres de
la antigüedad. Ellas ponían su confianza en Dios y aceptaban la autoridad de
sus maridos. Por ejemplo, Sara obedecía a su esposo, Abraham, y lo llamaba
«señor». Ustedes son sus hijas cuando hacen lo correcto sin temor a lo que sus
esposos pudieran hacer.”(1 Pedro 3:3-6.
NTV)
La esposa no debe perder su lugar. Es fundamental para traer equilibrio
en el hogar. Discutir con el esposo con el ánimo de rebatir sus actitudes
machistas, no contribuye a nada como tampoco, el que se aísle dejando que él
sea quien lleve toda la carga.
Otra recomendación importante es que no se descuide. Como mujer debe
preocuparse por su aspecto físico. No con ostentación sino con modestia. Una
esposa que cuida de sí misma, atrae al esposo. Una esposa que se descuida abre
puertas para que sea la mundanalidad la que lo atrape.
Papel importante de la mujer
La esposas ocupan un
espacio protagónico en la familia. Y debemos prodigarles el respeto y honra que
les corresponde. El apóstol Pedro instruyó al respecto: “De la
misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva
con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero
participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla
como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes.”(1 Pedro 3: 7. NTV)
Piense por un instante: ¿Honra usted a su esposa?¿Respeta sus
sentimientos, opiniones e incluso, diferencias de criterio?¿Cuándo fue la
última vez que le dijo TE AMO?¿Qué trato les damos?
Estos interrogantes no son intrascendentes sino por el contrario,
fundamentales para que edifiquemos una relación de pareja sólida. Los hombres
debemos tomar el tiempo necesario para evaluar cómo anda la relación e
identificar de qué manera—con ayuda de Dios—podemos cambiar, corrigiendo
errores recurrentes. ¡Dios desea ayudarnos en el proceso! Él ama la familia y
nos acompaña en el proceso de sanar las heridas.
Y hablando de Dios, ¿ya recibió a Jesucristo en su corazón como su único
y suficiente Salvador? Hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no
se arrepentirá. Si no le ha abierto las puertas de su corazón, hágalo ahora. Si
le asiste alguna inquietud, por favor no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
© Fernando Alexis
Jiménez
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