Es importante que dediquemos el tiempo que más podamos a nuestros hijos |
“Tengo una enorme dificultad:
junto con mi esposa, salimos muy temprano a trabajar, y regresamos tarde en la
noche; a decir verdad, ya nuestros hijos duermen cuando llegamos. Algunos
familiares nos han cuestionado porque aseguran, éste tiempo mínimo que pasamos
el fin de semana con nuestros hijos, no es bueno y que en ellos quedarán muchos
vacíos en su proceso de crecimiento. ¿Qué me aconsejan?”.
L.F.M., desde Lima, Perú
Respuesta:
Ilustraré la respuesta contando
un hecho anecdótico: La carta me llegó desde Nicaragua. “El único día que pasé junto a mi padre, fue el día de su muerte, y eso
porque ya no podría encontrar pretexto para irse”. Era un mensaje muy largo
en el que Juan Roberto, un joven universitario, volcó todo su dolor y amargura
en un correo electrónico que me hizo llegar y, al término del cual expresaba
que no esperaba respuesta. Y al igual que usted, sentí una profunda tristeza y,
el incidente, me llevó a reconsiderar el tiempo que pasamos con nuestros hijos.
Estamos edificando hijos
solitarios que se desenvuelven en una multitud de personas, cada una ocupada en
sus propios asuntos, que les deja de lado a ellos con sus problemas,
inquietudes, sueños y expectativas. Están literalmente solos aun cuando a su
alrededor haya muchas personas.
Desde la misma antigüedad, Dios
enseñó la importancia de transmitir a nuestros hijos principios y valores,
proceso que va de la mano con pasar tiempo a su lado. El texto instruye: “Debes comprometerte con
todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra
vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando
vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.”(Deuteronomio
6:6, 7. Nueva Traducción Viviente)
Surgen, al leer este breve texto bíblico, dos
interrogantes: ¿Qué principios y valores estoy sembrando en mis hijos?¿Cuánto
tiempo paso con mis hijos para enseñarles?
Características
de los hijos
Nuestros hijos reúnen varias características que quizá
conozca y vamos a recordar ahora: tienen una extraordinaria capacidad de
aprender, aprenden rápido, son fuertemente influenciados por sus padres, no nos
cuestionan como padres de ahí que a veces abusemos de ellos con mal trato,
imitan cuanto hacemos, perdonan con facilidad, y por último: creen sin
cuestionamientos, lo que les enseñamos. ¿Comprende la enorme responsabilidad
que nos asiste?
Le invito a considerar lo que enseña el rey Salomón,
uno de los hombres más sabios de la historia: “Los
nietos son la corona de gloria de los ancianos; los padres son el orgullo de
sus hijos.”(Proverbios 17:6. Nueva Traducción Viviente Cf. Hechos 5:20)
Si traemos hijos al
mundo, nuestra responsabilidad no puede circunscribirse a proveerles
cobijo, alimento, salud y educación. El compromiso va más allá y gira alrededor
del amor, la tolerancia, la comprensión y todo cuando podamos darles, porque lo
necesitan. Más que una decisión generosa,
es nuestra responsabilidad, por la
que deberemos responder ante Dios.
Tiempo
para que nuestros hijos conozcan a Dios
El tiempo que pasamos con nuestros hijos, resulta
enriquecedor en doble vía: para ellos, que desarrollan seguridad en sus vidas,
confianza y una sana dependencia nuestra, y de otro lado, satisfacción interior
porque estamos sembrando en ellos semillas para el éxito, para que puedan encarar
el mañana con solidez, seguridad y disposición de seguir adelante, por encima
de las circunstancias.
Esto va de la
mano con la necesidad que tenemos de conocer a Dios para enseñarle a nuestros
hijos cuál es el Dios en el que hemos creído: “¡Nunca
permitas que la lealtad ni la bondad te abandonen! Átalas alrededor de tu
cuello como un recordatorio. Escríbelas en lo profundo de tu corazón.”(Proverbios 3:3. Nueva
Traducción Viviente)
No hay algo más gratificante para nuestra vida y la de nuestros hijos, que dedicarles tiempo |
Recuerde, si en
nuestro corazón hay un cimiento sólido, en todo momento lo reflejaremos, en lo
que pensamos y hacemos (Cf. Romanos 12:2; Hechos 5:20; 1 Juan 2:14)
Si pasamos
tiempo con nuestros hijos, ellos que están atentos a todo cuanto hacemos,
asimilarán nuestras acciones. Nuestra responsabilidad, además, es que tengamos
un corazón sano, edificado a partir de principios y valores que son los que
sembramos en ellos: “A
un árbol se le identifica por su fruto. Si el árbol es bueno, su fruto será
bueno. Si el árbol es malo, su fruto será malo. ¡Camada de víboras! ¿Cómo
podrían hombres malvados como ustedes hablar de lo que es bueno y correcto?
Pues lo que está en el corazón determina lo que uno dice. Una persona buena produce
cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas
malas del tesoro de su mal corazón.”(Mateo 12:33-35. Nueva Traducción Viviente)
Una madre me compartió un símil que encaja en este
punto y es que los niños son como una esponja: absorben todo, y si esperamos
que hacia un futuro hagan y digan algo, está íntimamente ligado con lo que les
enseñamos con nuestras palabras y acciones.
Quizá digamos, y con razón: “Nadie nos enseña a ser padres”. Es un aprendizaje que se construye
en el camino, lamentablemente durante la crianza de nuestros hijos. En cierta
medida, desarrollamos la capacidad de ser padres en desarrollo en un largo
proceso de error-acierto-error. Y es,
cuanto tomamos conciencia de esta realidad, que debemos reconocer que es con
ayuda de Dios como aprendemos sabiduría, tal como enseña el rey Salomón
(Proverbios 4:1-7)
Tiempo de
calidad, no cantidad
Muchas veces las dinámicas que enseña la sicología van
en abierta contradicción con los planteamientos de las Escrituras. En tales
casos, me ciño a lo que enseña Dios en Su Palabra, respetando las diferentes
ciencias, tal como explica el autor y conferencista internacional, Tim La Haye:
“Espero que todos comprendan que no hay
nada de malo en estudiar y aplicar los principios valederos de la sicología y
la siquiatría o cualquier otra ciencia, siempre y cuando las validemos a la luz
de la Palabra de Dios.”(Tim La Haye. “Temperamentos transformados”. Editorial
Unilit. EE.UU. 1986. Pg. 22)
Si la Biblia nos instruye sobre la importancia de
pasar tiempo con nuestros hijos sembrando en ellos principios y valores, es eso
lo que debemos hacer. No hay otra alternativa. ¿Por qué lo digo? Porque hay
quienes argumentan que poco tiempo pero de calidad, es más que suficiente. Legitiman estar diez
minutos con sus hijos al tomar el desayuno, como un tiempo de calidad. Tremendo error. A los hijos hay que dedicarles
toda nuestra atención.
La profesional, Avín Vásquez,
señala que “De acuerdo con la psicóloga
clínica y experta en salud mental, Carol Kryder, el no invertir tiempo en la
familia se ha vuelto un gran problema en la sociedad americana, pues la mayoría
de los padres creen que no pasar tiempo con nuestros hijos es fácilmente
compensable dándoles un regalo. Estudios realizados por el Centro de
Investigaciones Child Trends con sede en Washington, han comprobado
que a los niños les gusta más convivir aunque sea 10 minutos con sus padres,
por ejemplo jugando un juego de mesa, que recibir un juguete de moda.”(Blog
Compartiendo entre amigas. Univisión. Edición digital 02/09/2010)
Una encuesta desarrollada por el National Longitudinal Survey of
Youth, en el 2010, puso en evidencia que cuatro de cada cinco adolescentes coincidieron
en lo mucho que disfrutan pasar tiempo con sus padres: El 48% entre 12 y 14 años de edad, aseguraron "hacer algo divertido" con su
familia más de tres veces a la semana. El
72% de los adolescentes cenan con la familia por lo menos cinco veces a la
semana. El 59% consideraron que quieren ser como
sus papás.
¿Cómo se logra esto? Pasando tiempo con los hijos. Pese
a que los estudios son contundentes, cada vez es menor el tiempo que invertimos
en nuestra pareja y en nuestros hijos.
Lo primero que debes recordar es
que tus hijos son un reflejo nuestro y reproducen cuanto pensamos y hacemos. La
doctora Carol Kryder de JustAnswer,
reconocido espacio de información
para la familia, señala que "Los
niños necesitan pasar tiempo con sus padres porque éstos son sus modelos a
seguir, sus maestros y guías. Los padres transmiten su sistema de valores a sus
hijos cuando pasan tiempo de calidad con ellos".
Si dedicamos al menos una hora a
los hijos, encontraremos que mejora la relación, identificamos más fácilmente
sus problemas, nosotros mismos encontraremos paz, aprendemos de ellos, mejora
la relación de pareja y, en especial, estamos cumpliendo el llamado de Dios
para nuestra familia (Cf. Salmo 127:1-5)
Cada uno de nuestros chicos y
chicas debe sentirse importante, que reconozcan lo mucho que significan para
los padres.
Dios nos llamó a edificar
familias sólidas, y es una tarea que no podemos ni ignorar ni dejar de lado. A
propósito, ¿Cristo Jesús mora en su vida? Hoy es el día para que le abra las
puertas de su corazón en la certeza de que emprenderá el maravilloso camino
hacia el crecimiento personal y espiritual. Hágalo, no se arrepentirá.
© Fernando
Alexis Jiménez
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